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Presentación del proyecto de la Plaza Mayor de Jaca

Plaza Mayor de Jaca
Axonometría general donde se muestra la ubicación de la Plaza Mayor Jaca
Axonometría general situación

El pasado día 5 de Junio, Elena Jiménez y Abelardo Linares fueron invitados por el Ayuntamiento de Jaca para presentar el proyecto de la Plaza Mayor. Esta propuesta, premiada en el marco del II Concurso de Arquitectura R. Driehaus 2018, pasa así a una nueva fase de debate y exposición pública que tendrá como fin su adaptación al marco urbanístico de la ciudad.

La exposición, celebrada en el Salón del Plenos del Ayuntamiento, fue presentada ante la Comisión del Casco Antiguo de Jaca. También estuvo abierta al público general que quiso asistir presencialmente y retransmitida en streaming mediante la web del Ayuntamiento.

El acto fue presentado por el Alcalde de Jaca, D. Juan Manuel Ramón, quien realizó una breve introducción y posteriormente abrió un turno de debate donde se expusieron dudas y propuestas del público presente.

Esta presentación ofreció a los arquitectos la oportunidad de presentar cual es el contexto teórico detrás del proyecto. De este modo, se analizó el concepto de Plaza Mayor, su evolución histórica y sus valores urbanos, para después explicar cuáles son los verdaderos retos y oportunidades que supone el proyecto para la ciudad.

Así pues, pasamos a resumir brevemente las ideas fuerza, que fueron evocadas en la presentación.

Origen del concepto de Plaza Mayor

La Plaza Mayor, es uno de los espacios más característicos del urbanismo español.

Los historiadores de la arquitectura han fijado sus orígenes en la Edad Media, de una forma genérica, y de un modo más concreto en entre los siglos XI y XII. Un periodo que Ricardo Caro Baroja denomina como “racionalismo medieval”. Esta es el primer momento en que se comienza a ordenar el territorio, se fundan poblaciones, se otorgan fueros, y con ellos a menudo mercados.

Estamos hablando justo de la época en que Jaca obtiene su fuero y se inicia la construcción de su catedral.
Y es justo en ese momento en el que las ciudades comienzan a proteger determinados vacíos urbanos, con una doble finalidad. Una finalidad que por un lado es práctica, la de favorecer el comercio y acoger el mercado y que por el otro lado es representativa, la de constituir un centro del poder donde se asientan el ayuntamiento o las instituciones. Estas dos son las principales motivaciones de la aparición de las plazas mayores durante la Edad Media.

El modelo se extiende y tiene tanto éxito que es exportado a América, adoptando la plaza mayor una tercera característica, la de espacio militar. Un espacio donde pasar revista y concentrar tropas, que hace que las plazas mayores de América reciban en nombre de plazas de armas.

Esto no ocurría en la península, y de hecho cerca de Jaca, en Ainsa, hay un ejemplo extraordinario de la verdadera naturaleza puramente civil de la plaza mayor en España.

En Ainsa, junto a la plaza Mayor y enfrentada a esta, encontramos el castillo, con su plaza de Armas, y del otro lado, encontramos la iglesia, hay casi una sucesión de tres centros de poder, el militar, el civil y el religioso. Y además allí, el espacio civil, la plaza mayor, y el espacio militar, la plaza de armas, no están solo enfrentados, sino que sus arquitecturas aparecen casi contrapuestas. De un lado tenemos la plaza mayor, con una ordenación heterogénea, los arcos son distintos y presentan centros muy bajos. Y del otro lado tenemos una plaza de armas rodeadas de arquerías de gran altura, con arcos muy estilizados, pero sobre todo homogéneos, un proyecto de fortificación de finales del siglo XVI que se encomienda a Tiburcio Espanochi, que es el ingeniero encargado de trazar la ciudadela de Jaca.

Estos dos espacios enfrentados, de mundos opuestos (el militar y el civil) y con lenguajes arquitectónicos opuestos, sirve para explicar la principal mutación que sufre el concepto de plaza mayor. Las plazas mayores comienzan a responder a un proyecto arquitectónico unitarios. Robert Ricard, diferencia entre plazas cultas, aquellas que responden a un proyecto arquitectónico clásico y con fachadas homogéneas (como en Valladolid, Madrid, Salamanca o Córdoba), y plazas populares, con una arquitectura más vernácula y fachadas que van cambiando.

En el siglo XVIII la plaza mayor no solo presenta una fachada homogénea sino continua. Este es el momento en el que el concepto de plaza mayor alcanza su madurez, con la plaza mayor de Salamanca (obra de Churriguera). Así se cierra el concepto de plaza mayor que todos tenemos en la cabeza y que Fernando Chueca Goitia, uno de los mayores historiadores de la arquitectura española resume diciendo que: la plaza mayor alcanza su cenit en el concepto de plaza reclusa, “una plaza enteramente cerrada, a cuyo recinto se accede a través de arcos”.

Adaptándose más o menos a esta definición, en el XIX se desarrollan diferentes plazas neoclásicas que no presentan innovaciones importantes y tienden a perpetuar el este modelo: ahí encontramos la Plaza Real de Barcelona, que 15 años antes del ensanche de Barcelona funcionaba como una plaza mayor, o más cerca de Jaca la Plaza del Mercado de Huesca (1870), hoy la Plaza Luis López Allué.

Valores urbanos

Hasta aquí hemos hecho un relato más o menos canónico de la evolución de nuestro concepto de plaza mayor. La plaza surge como lugar de mercado en la Edad Media con un trazado irregular, los Reyes Católicos, establecen una ordenanza (1480) para que su trazado sea regular, en el siglo XVII sus fachadas se vuelven homogéneas, y en el siglo XVIII, se vuelven continuas, es decir, la plaza pasa a tener una fachada única. Sin embargo, este es un relato del urbanismo unidireccional, carente de crítica. Lo que los historiadores llaman, una forma de ver la historia positivista.

En este breve resumen de la historia de las plazas mayores, hemos asumido que para que una plaza sea una plaza mayor, no hace falta que se llame plaza mayor. De hecho la plaza mayor de Toledo se llama de Zocodover, y la de Córdoba, de la Corredera y la de Huesca, se llama Luis López Allué.

Y es aquí cuando llegamos a una conclusión singular: dentro de una misma ciudad, diferentes plazas pueden haber asumido la función de plaza mayor a lo largo de la historia.

Pondremos dos ejemplos: la plaza mayor histórica de Sevilla es la plaza de San Francisco, se trataba de una plaza porticada, donde se sitúa el ayuntamiento desde el siglo XVI, en el XIX, a la espalda del ayuntamiento se construye una nueva plaza, la plaza Nueva, que es un buen ejemplo de plaza mayor neoclásica con edificios de fachadas homogéneas, sin embargo, cuando a comienzos del siglo XX, se impone el estilo regionalista sevillano se reforma toda la plaza de San Francisco con el nuevo estilo, recuperando la posición central dentro de la ciudad.

Por poner otro ejemplo de este fenómeno, de este cambio del centro de gravedad en una ciudad, podemos hablar del caso de Madrid. En el siglo XIX, la Puerta del Sol nace como una plaza neoclásica, de fachadas homogéneas, que representa el nuevo Madrid, el de los ensanches de Salamanca y Chamberí. Una plaza que ha llegada a desplazar a la Plaza Mayor, para convertirse en el verdadero corazón de la capital.

Así nuestro concepto de plaza Mayor pasa a ser más complejo y más rico, no se trata de un concepto estático, sino que puede ser un centro itinerante, que va cambiando su posición dentro de la lo largo de la historia. Y esto nos lleva a formularnos una última pregunta muy clara, ¿Por qué algunas plazas mayores tienen más éxito que otras?, ¿Por qué asociamos más Madrid y Salamanca a sus plazas, que Toledo y Córdoba a las suyas?

La respuesta es doble:

– Por un lado, por la posición relativa de la plaza en la ciudad. Las plazas mayores que han tenido una mayor aceptación social a lo largo de la historia se situaban en el centro de la ciudad, contiguas a la Calle Mayor. Esto crea una especia de círculo virtuoso entre la calle, como eje comercial, y la plaza como escaparate de la ciudad. Esta condición, que sin duda es la más complicada, se da en el caso de Jaca, con el aliciente de que, en el extremo opuesto a la Calle Mayor, se encuentran la plaza de la catedral y la de Biscós, lo que favorece la aparición de recorridos peatonales.

– Por otro lado, lo que hace que una plaza mayor tenga éxito, es que responda a la identidad de la ciudad. Que los habitantes sientan ese espacio como propio. Y es esta condición tan sutil, la que ha hecho que, en algunas ciudades, el concepto de plaza mayor se haya ido desplazando de unos lugares a otros. En ese sentido, la Puerta del Sol es un buen ejemplo de la arquitectura de Madrid, la de Salamanca refleja muy bien el espíritu de la ciudad. Y por citar ejemplos más cercanos a Jaca, las plazas mayores de Ainsa, Graus o Alquezar, resumen perfectamente el carácter de esos pueblos, su escala, sus colores y su paisaje.

Estos son los dos principales valores que entendemos debe tener una plaza mayor:

– Desde el punto de vista urbanístico una posición central y bien comunicada

– Y desde el punto de vista arquitectónico, crear un espacio amable y sensible a la identidad del lugar.

Cumpliéndose estas dos condiciones las plazas no se convierten solo en un espacio comercial, sino en un espacio cívico, un lugar de reunión, que es fácil sentir como propio.

La presentación fue emitida en streaming a través de la plataforma de vídeo del Ayuntamiento de Jaca y difundida a través de sus redes sociales para todos aquellos que quisieran asistir.